17 enero 2007

A sangre fría

Según yo:
«El panadero cojeó hasta la trastienda para ver si estaba listo el encargo del señor Smith»
Según mi imitación de Truman Capote:
«John Willis era el menor de cinco hermanos. Dos varones y dos mujeres le habían precedido en el hogar de los Willis, donde había nacido hacía más de cuarenta años. Hijo de un carpintero nunca fue un hijo problemático ni se sentía inclinado por la violencia. Por esto su decisión de alistarse en el ejército justo cuando estallaba la guerra en Europa fue tomada con incredulidad. Cuarenta años después sigue respondiendo que lo hizo "Por defender a su familia y nada más". Se amoldó a la vida en el ejército con suma facilidad, la vida en la casa de los Willis no era regalada y el trabajo en la carpintería, junto a su padre, le habían dado un cuerpo robusto y un sentido de la responsabilidad que era muy apreciado por sus superiores. En poco tiempo llegó a cabo y su nobleza y sentido de la justicia lo hacían apuntar más alto, según sus compañeros. No se equivocaban. Fue el ya sargento John Willis el que partió hacia Europa, apenas tres años después de su ingreso en el cuerpo. Sirvió bien, de manera eficaz y voluntariosa, y se granjeó el respeto de aquellos que comenzaron dándole órdenes y acabaron preguntándole su opinión. Tan sólo su falta de cultura lo confinó al grado de sargento, impidiéndole el acceso a la escala de oficiales. Pero John Willis nunca quiso más de lo que ya tenía, se sentía honrado y respetado, y aquello le bastaba. Perdió algunos buenos hombres en la guerra, pero su planificación y un sentido especial ante el peligro lo hacía figurar como el sargento con menos bajas en servicio. En mayo de 1941, en una incursión por territorio hostil, su sentido del peligro lo alertó segundos antes de que ametrallaran a sus hombres desde lo que inteligencia había definido como "un bunker abandonado". Saltó sobre el hombre que avanzaba con él mientras gritaba las órdenes pertinentes para que todos se cubriesen, sacó las anillas de dos granadas y logró que una entrase en el bunker, matando a sus agresores e inutilizando las armas que les habían disparado. Fue al levantarse para comprobar el estado de los soldados cuando notó el dolor en su pierna derecha. No pidió la asistencia médica para sí hasta que comprobó el estado del grupo.»
La historia continuaría durante otras dos páginas, la medalla que recibe el sargento, la lesión que lo deja cojo, la estancia en el hospital donde conoce a un cocinero herido en un asalto y como éste le enseñará los secretos de la repostería que le permitirán volver a la vida civil como regente de una panadería. Y como el protagonista entra a la panadería, pregunta por su encargo (dos páginas describiendo la relación del protagonista con su mujer que culminan en el aspecto de la tarta encargada) y el panadero cojea hasta la trastienda. Como lector me cansan tantísimos detalles que no conducen a nada en la historia. Me marea manejar seis o siete nombres distintos cada vez que uno de los personajes hace algo porque me cuenten cómo encontró trabajo o dónde estudiaba. Se hace muy duro comprobar que llevas sesenta páginas y no sabes de que va el libro. El tipo que hay dentro de mí y que de vez en cuando escribe algo se maravilla ante la capacidad de Truman Capote de añadir toda esa cantidad de detalles a la historia. Pero se puede llegar a hacer pesado, sobre todo cuándo se acerca el final del libro, el clímax, y el autor se atreve a presentarnos a otros tres nuevos personajes, dejando para más tarde ese ansiado final.

«A sangre fría» narra unos hechos reales. Un asesinato brutal en un pequeño pueblo estadounidense y la búsqueda de los asesinos. No se si los detalles de la historia son reales y parte de una investigación por parte de Capote o si son inventados para dar más estética a la historia. Dicen que es una obra maestra y no lo niego, pero yo no me atrevo a recomendarlo a no ser que estéis preparados para afrontar lo que os he dicho, mucho detalle, muchísimo. Quizá la parte más interesante es la investigación policial, que desgraciadamente no se ve mucho, yo diría que, pese a tener casi cincuenta años, es mucho más real que esas series de máquinas que lo mismo sacan un ADN en segundos que te comparan las muescas de unas balas en milésimas.

Este libro ha sido obtenido mediante un préstamo particular.

3 comentarios:

Meg dijo...

Este libro marcó un hito en la literatura norteamericana, ya que Capote se interesó personalmente en la historia cuando trabajaba como columnista de sociedad para un periódico. Fue al lugar de los hechos y se entrevistó con las personas que aparecen en el libro. Fue el único "periodista" (Capote nunca estudió Periodismo) al que consintieron recibir los asesinos. Es decir, que todo lo que escribe, está recopilado de primera mano, bien es cierto que los diálogos, obviamente, son ideados, pero el resto de detalles se recogieron para que permanecieran inalterables.

Debo reconocer que este libro me gustó mucho, aunque yo tampoco soy muy de descripciones literarias; es más, eliminaría un capítulo entero de "Nuestra Sra. de Notre Dame" de Victor Hugo, en el que se sube a la torre de la catedral de París y se pone a describir la ciudad desde lo alto (= un pestiño) y abandoné la lectura de "El Manuscrito Carmesí" de Antonio Gala porque me tocó mucho las narices cuando se puso a relatar la Reconquista de Granada.

Rafael de León dijo...

Curioso, es justo uno de los libros que estoy leyendo ahora (reconozco con pesar que "Ulises" se me está atragantando un poco, supongo que después de atiborrarme de apuntes busco algo más ligero).

Llego a este libro de Capote después de leer "Desayuno en Tiffany's", que es una colección de relatos, y que es muy ameno de leer.

No sé si es una de las obras cumbres de la literatura americana, la verdad, pero sí que es cierto que lleva el detalle al extremo. Por si no lo han leído (cosa que dudo de lectores tan aplicados) les recomiendo a Paul Auster. También se caracteriza por desarrollar mucho el pasado de sus personajes, y de plagarlo de maldades y complicaciones, pero me encanta su estilo.

Saludos literarios,
Rafa

Anónimo dijo...

Se lo nombra a Capote como el creador del género de no ficción. Más allá de denominaciones, A Sangre Fría es una excelente novela, muy recomendable. Les invito a compartir una crítica en A sangre frí­a - Truman Capote