Cuando el equipo creativo de una serie estadounidense se excede en la toma de drogas para fomentar la creatividad salen unos episodios plagados de situaciones imposibles, fallos de base y finales que para ser felices requieren de una dosis de fe y magia a partes iguales. Ellos lo llaman saltar el tiburón (jump the shark) y aquí en España una traducción sería «Ida de olla» o «Ida de pinza» o cualquier otra que se os ocurra.
La aclamada, prestigiosa y en evidente decadencia serie «House» ha saltado el tiburón. La tercera temporada lleva tres episodios y no sabría decir cual ha saltado más alto. No quiero destripar nada pero empezando por cambios sustanciales, imprevisibles y no razonados en algunos de los personajes principales, y fallos en los protocolos que hasta un lego como ya ha visto. Y encima me la han vuelto una serie de sangre, tripas y casquería variada. Una lástima.
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