¿Dónde estan esos videojuegos?

Me gusta leer Malaprensa porque me recuerda que el cuarto poder funciona como los otros tres: mal, peor y con intereses partidistas. En el artículo «El Abc está desatado» trata una noticia del Abc que yo vi por televisión, la quería comentar y se me pasó. La historia a tratar dice así:

A los siete años, los niños aprenden a través de los videojuegos lo que son las drogas, asesinatos y atropellos; a los diez ya juegan a pegar a las mujeres y vender drogas; entre los 11 y 12 años a maltratar y violar; a los 14 se atropella, se descuartiza y se quema a gente, y antes de los 16 la prostitución, las masacres indiscriminadas y la quema de colegios integran los contenidos de este tipo de «ocio».

No soy un adicto a los videojuegos, ni juego todo lo que me gustaría, pero puedo decir que entre revistas, Internet, y probar todo lo que me dejan (previews, demos y juegos completos) tengo un conocimiento bastante amplio de lo que se puede y no se puede hacer en los videojuegos. Y me atrevo a decir que hay cosas de ese párrafo que no se pueden hacer en ningún videojuego que yo conozca:

• Pegar a las mujeres: No hay muchos videojuegos en los que pueda uno pegar a las mujeres y siempre se hace dentro de una minoría de hombres a los que pegas. Los juegos tipo Grand Theft Auto o El Padrino te permiten pegarle a los viandantes de la ciudad, y algunos son mujeres, cierto, pero todos los enemigos reales del videojuego son varones. No existe ningún videojuego que fomente pegarle a las mujeres.
• Maltratar y violar: Lo de maltratar lo acabo de explicar y lo de violar, aunque en las películas sí sale, no existe en el mundo digital. Todavía no han inventado el videojuego en el que puedas violar a una mujer o a un hombre.
• La quema de colegios: Tampoco conozco ningún videojuego que permita realizar esta actividad. Quemar la base del malo (un centro de distribución de drogas) sí, pero quemar colegios, hospitales, comisarias, etc... no. Que me digan qué juego ese, que lo compro.

Así que para mí estamos ante un caso de histeria colectiva, de encuestar a un niño de siete años sin preguntarle donde hace esas cosas que dice que hace y de publicar lo que nos viene en gana criticando los videojuegos. Recuerden que falta un mes para Navidad y los medios se dedicarán a hacer campaña contra las malvadas videoconsolas extranjeras y a favor del clásico, educativo y seguro juguete tradicional español. No será el único ejemplo de lo que digo en estas fechas. También podríamos ir un poco más allá y vamos a preguntarnos que hacen los padres de esos chicos de entre siete y dieciséis años que no comprueban ni de lejos a qué juegan sus hijos. Y entonces podríamos redactar el artículo echándole la culpa a los padres y no a los videojuegos. Pero el objetivo que se persigue no es ese, claro.