14 diciembre 2006

La "fuga" de Pinochet

Pinochet ha muerto y una parte de la humanidad lamenta que no haya podido probar las excelencias de esa herramienta de reinserción social que es la cárcel. Somos un colectivo tan rencoroso, tan vengativo, que preferimos infligir dolor y sufrimiento gratuitos antes que simplemente matar o eliminar al enemigo. Luego si nos multan pediremos una revisión del caso y haremos valer nuestros derechos pero al otro, al de enfrente, no hay que darle una salida fácil, quizá la gota china hubiese sido un buen comienzo. Yo personalmente creo que al morir soluciona un complejo proceso legal, judicial y político que al final hubiésemos pagado los de siempre.

Pero me resulta curioso que la muerte no sea un castigo apropiado para Pinochet, y que en opinión de algunos debería haber conocido la cárcel. Es una opinión muy común en estos casos, no es el sistema el que castiga a los condenados, son los otros condenados los que deben ejercer de brazo justiciero. "Que lo metan con los presos comunes", "Verás que rápido que hace amigos en las duchas", "A ver si los otros le dan una lección". La sociedad está dispuesta a olvidarse de cualquier garantía para con los que cree culpables y se rebaja al nivel de los delincuentes al delegar en estos el castigo judicial. Y nos parece lo más normal del mundo porque en el fondo de nuestra mente consideramos que estar en una prisión es poco castigo para según que cosas y que muchos merecen una paliza diaria y un desgarramiento anal cada ocho horas.

Lo que nos convierte en una sociedad primitiva y salvaje cuyo único impedimento para linchar a los delincuentes o mutilarlos es la hipocresía. El día que nos liberemos de ella los cuatreros serán ahorcados y los tahúres untados con alquitrán y plumas, otra vez.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Si dificil solucion.

Anónimo dijo...

Llámame bárbaro, llámame primitivo , pero para mí una persona que ha torturado y asesinado a cientos de personas se merece sufrimiento durante el resto de sus días.

Anónimo dijo...

Lamento comunicarle que la muerte no es un castigo apropiado, es un proceso natural, no ha sido un ajusticiamiento en medio de la plaza pública, ni ha sido un juez el que lo ha condenado a muerte, ha sido una muerte natural, y eso no es ningún castigo, ni para Pinochet, ni para mi, ni para nadie.
Es cierto, que más de un juez y politico chileno habrá sentido alivio por el complejo proceso legal, judicial y politico, pero no creo que hayan sentido lo mismo las madres de la plaza de mayo.
No obstante, Pinochet tenía mujer e hijos que han hecho uso de una fortuna frudulenta obetnida con sangre, espero que a ellos si puedan castigarlos la justicia.