En mi nuevo puesto de trabajo he heredado una curiosa costumbre del empleado anterior. El tipo se dejaba sodomizar, metafóricamente, por los más de mil quinientos usuarios que tenía. Ahora esos usuarios esperan que yo, y cualquier otro que tome el puesto, adopte la posición y se deje sodomizar. Este es el menor de mis problemas.
Puedo entender que el anterior tipo se dejase sodomizar. No lo comparto, no lo apruebo, pero lo comprendo.
Puedo entender que los usuarios tras varios lustros de acomodo no quieran perder la oportunidad de sodomizar a alguien todos los días.
Puedo entender, a duras penas, que el jefe considere que debo dejarme sodomizar para evitar las quejas de los usuarios mal acostumbrados.
Pero no puedo entender que las personas a las que llamo amigos - elegidas cuidadosamente por su madurez, su inteligencia y su sentido de la justicia entre otras cosas - me digan que me tengo que dejar sodomizar. Y no consiento que, además, se consideren cualificados para recomendarme la marca de la vaselina.
Y tampoco estoy dispuesto a andar bajándome los pantalones para gusto y disfrute del personal.
3 comentarios:
Eso eso, que no te toquen los ....os.
¡¡Con dos cojones!!,si la ley está de tu parte ya está.
Parece mentira que la gente este tan mal educada.
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