El viejo druida mesaba su barba mientras repasaba mentalmente todo lo que deb�a recoger para esa noche, el vino con el que pensaba obsequiar a sus anfitriones esa noche, los "polvos m�gicos" que convertir�an el fuego ceremonial en un espect�culo de color, su cayado con su saquito de hierbas medicinales, especialmente provisto de remedios contra desmayos. Se coloc� tan solo una pulsera en la mano derecha, dejo caer las mangas de su t�nica y se encamin� a la casa de los Frengui.
El corto tramo hasta su destino le proporcion� una panor�mica del pueblo cuyos designios espirituales reg�a, todo estaba preparado para la gran ceremonia, el tiempo era suave y la noche no se presentaba demasiado fresca, los �ltimos rayos de sol le daban a las casas un tono anaranjado y los �ltimos visitantes se dirig�an al lugar de cena con sus familias, tan solo una cuarta parte de las chimeneas arrojaba humo al despejado cielo. Como era costumbre ese d�a todas las puertas de las casas estaban abiertas de par en par.
Lleg� a su destino y golpeo con los nudillos en la madera de la puerta que tambi�n estaba abierta y al momento acudi� a recibirle el hombre de la casa:
- Adelante viejo amigo - Su voz son� alegre, seguramente estaba jugando con sus nietos antes de ir a la puerta.
- Gracias Thoron, la hospitalidad de tu familia es legendaria - Le gui�� un ojo mientras hacia esta broma privada entre amigos de la infancia.
Thoron Frengui hab�a sido compa�ero de juegos del druida Macron y tan solo la elecci�n de su compa�ero les hab�a separado en su juventud habi�ndose vuelto a encontrar siendo ya ambos aut�nticos hombres. Macron pas� y comprob� la mesa dispuesta para la cena, seis cubiertos y seis platos, �l ser�a el �nico invitado esa noche, la familia Frengui era poco numerosa pues la muerte se hab�a cebado con ellos durante generaciones. Hoy tan solo sobreviv�an Thoron, su nuera Naera y sus dos nietos Jargon y Dicron. No hac�a ni dos meses que el hombre de la casa hab�a sido reclamado por la muerte en un tr�gico accidente. Hoy le rend�an homenaje.
- �Macron!, gracias por venir a nuestra casa - Naera Frengui sali� a recibirle mientras se secaba las manos con un pa�o de piel suave, llevaba puesto un vestido sin mangas de piel de color marr�n y una cinta blanca le recog�a el pelo. En su cara se reflejaba el cansancio de un largo d�a y los ojos reflejaban que hab�a estado llorando.
- Lamento tu perdida Naera, pero hoy deber�a ser un d�a feliz y no triste - Dijo Macron mientras la abrazaba.
- No se te puede esconder nada druida, espero que mis hijos no se hayan dado cuenta.
- �D�nde est�n los j�venes Frengui?. No los he visto al entrar. - Volvi� a mirar hacia atr�s para asegurarse de que no acechaban desde debajo de la mesa.
- Supongo que su abuelo estar� dej�ndolos que se ensucien en la parte de detr�s. �Quieres hacer el favor de avisarlos mientras saco la cena?. - Se volvi� hacia la cocina mientras Macron iba a buscar al resto de los comensales.
Nota: �ste prometo ponerlo entero, ma�ana la parte dos y pasado la tercera
Nota 2: Estoy bloqueado, a ver si se desatasco y lo pongo. Estoy condenado a no terminar nada de lo que escribo
Nota 2: Estoy bloqueado, a ver si se desatasco y lo pongo. Estoy condenado a no terminar nada de lo que escribo
1 comentario:
�A ver si es verdad que lo pones!, porque aun sigo esperando otras segundas partes.
Una humilde opoini�n, en el segundo parrafo repites "esa noche" dos veces en dos reglones, a mis orejas no les suena del todo bien. (Espero no ofender)
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