Ayer me decía una amiga que una amiga suya se ha caído y se ha fracturado un par de huesos del brazo. El resultado ha sido una escayola de esas para firmar y una mudanza provisional a la casa materna mientras tiene una extremidad en dique seco. Para mi amiga es normal que la accidentada le pida permiso a la madre antes de mudarse para mí lo normal sería que la madre le pidiese perdón a la hija. Pero para entender este punto hay que seguir mi razonamiento:
La madre educa a la hija en el precepto de que la belleza es lo más importante. Lo hace sin querer, sin darse cuenta, sin malicia. Le dice «que guapa eres», «que bien te queda esto», «así pareces una princesa», etc... La niña tiene tres años y ya sabe que lo importante es ser guapa y que la gente alabe su belleza, el resto de la sociedad tampoco le ofrece un punto de vista diferente. Con los años el devenir sigue los cauces marcados, la niña crece y aprende a arreglarse, a maquillarse, a combinar la ropa, a usar tacón. Y cuando es una adulta, pese a que sabe que la inteligencia, la honradez, el esfuerzo, la propia moralidad son valores de peso el subconsciente le dicta las normas de vestir y usa tacón, y el tacón le provoca la caída y la caída trae una fractura y entonces las enseñanzas recibidas vuelven a casa de la madre en forma de escayola, de incapacidad parcial y de un mes de dique seco. Y ni la madre ni la hija se dan cuenta de lo que ha pasado y el error se acumulará en las siguientes generaciones.
Claro que yo tengo una visión del mundo muy particular y lo mismo me equivoco.
1 comentario:
Estoy de acuerdo contigo en que los tacones son un martirio, deberían sufrir una campaña de desprestigio similar a la del tabaco.
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