12 octubre 2006

Valores de empresa

No se si os he comentado que la empresa para la que trabajo ha abierto la bolsa de trabajo después de doce años. La abrió en septiembre y ahora mismo esta cerrada. Como tardaron doce años en abrirla la bolsa vieja estaba muy agotada y al final había que contratar gente que no figuraba en la bolsa, comúnmente conocida como «gente de la calle». La gente de la bolsa se contrataba según el orden que tenían en la misma, un orden que daban los méritos. De esta manera los primeros obtenían los mejores contratos y prácticamente no paraban de trabajar. Los de la calle, como yo, eramos contratados por «idoneidad», es decir, a criterio del jefe de turno. Le hacía falta una persona para, por ejemplo, un mes. Recursos Humanos le comunicaba que la bolsa estaba agotada y que propusiera un «idóneo». Y si esta persona estaba disponible se la contrataba y listo. La pega de este sistema de contratación es que el capricho del jefe puede oscilar de lo meramente laboral a lo personal y lo que trabajes depender más de los amigos que de la eficiencia en el trabajo. Estas cosas, desgraciadamente, son muy comunes y provocan una bajada de ánimos en los que preferimos que premie nuestra capacidad para desarrollar las tareas antes que nuestras escasas habilidades sociales.

Pero la bolsa se abrió y llegué a pensar que aquello se iba a acabar y que iba a tener un trabajo casi estable. Lo primero era cierto, al menos que yo supiese, el ordenador de Madrid, según me dicen, escupe los contratos con nombre y apellidos y nadie los puede tocar. El mes pasado me demostraron que en rangos pequeños los contratos se pueden cambiar y hacer apaños para que los «amigos» estén bien y los «otros» mal. Lo segundo no se iba a cumplir, lo decían las bases de la bolsa.

La bolsa de trabajo clásica funciona como he descrito en el primer párrafo, los que están arriba son los que más trabajan y los de debajo van cogiendo lo que queda. Llega un momento en el que los de arriba se hacen fijos y los de abajo pasan a la zona superior con lo que el ciclo para acceder a un contrato indefinido es predecible. En mi empresa han inventado una bolsa distinta, no se cuál es el nombre técnico pero nosotros la llamamos «bolsa circular» a falta de un nombre mejor. En esta los contratos se asignan a cada uno de los componentes de la bolsa hasta que la misma de la vuelta. Es decir, que es posible que el número 1 termine su contrato y se le estén asignando contratos al 50, al 51, etc... Esta rotación es eterna, no se reinicia en ningún momento con lo que pasa lo que me ha pasado a mí, que este mes tocaba comenzar a contratar por el número 60 y han asignado contratos hasta el 100 y vuelta a empezar por el 1. Cuando han llegado al 10, que soy yo, me ha tocado un contrato de 3 días. Y para que me toque otro tengo que esperar a que la lista de toda la vuelta otra vez. Esta situación debería verse medio paliada con la inclusión de los trabajadores en dos bolsas. Así cuando no estas trabajando en una, en teoría, te llaman de la otra.

Cuando te llaman a trabajar hay tres motivos para no aceptar el contrato, porque no, porque estoy enfermo y porque tengo otro trabajo. Cualquiera de los tres hace que tu turno se pierda y tengas que esperar a que la lista de la vuelta para que te vuelvan a contratar. Según nos dijeron si te toca trabajar en la lista B (pertenecemos a dos listas) y estás trabajando en la A el turno no se pasa. Es decir, quedas el primero para la próxima llamada. Esto tampoco es así, en la práctica si te llaman para trabajar y no estás disponible tu turno corre, tanto si estás trabajando para la empresa como si estás en la competencia, el trato es el mismo para asignar los contratos.

Así que en el nuevo sistema de contratación de la empresa el trabajo ha dejado de valer nada y el amiguismo pasa a valer poco. Los tipos como yo seguimos haciendo nuestro trabajo correctamente, para eso nos pagan, pero nada más. ¿De qué sirve un esfuerzo extra si el ordenador va a asignarte el contrato por riguroso orden? Supongo que habrá gente que dejará de hacer lo que debe para hacer lo mínimo y, como decimos en España, cubrir el expediente.

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