25 abril 2005

A la busqueda de la rosa

El s�bado antes de salir en busca del libro ansiado recib� un encargo "trae una rosa, cueste lo que cueste". Pese a que la directriz "cueste lo que cueste" estaba ligado al precio de la rosa, tambi�n indicaba la necesidad de arriesgar mi vida si era necesario en el empe�o. He aqu� un breve relato de lo acaecido.

El encargo parec�a f�cil, comprar�a mi libro, recoger�a una rosa y volver�a a casa, poco pod�a yo sospechar que los dioses me reservaban el destino de Ulises, y que mi viaje se tornar�a largo y extra�o por momentos. Con mi libro debajo del brazo decid� dirigirme a la planta de florister�a de El Corte Ingl�s, me pillaba cerca y habia tenido una grata experiencia hac�a un a�o con un dependiente que hab�a puesto su alma en los encargos que le ped�. Dado que los vendedores de la empresa elegida van a comisi�n me alegraba la idea de acudir al mismo gentilhombre que me hab�a atendido aquella vez. Sin embargo las decisiones de empresa son duras, y el servicio de florister�a ha pasado de ser una zona de atencion personal al cliente a una serie de estantes repletos de motivos florales de pl�stico. Superado un amago de frustraci�n y con paso firme me encamin� hacia la florister�a mas cercana, all� tambi�n compre flores una vez, hace m�s a�os y con peor sabor de boca.

En el breve recorrido desde El Corte Ingl�s hasta la florister�a me fij� en un detalle curioso, las parejas que habian salido a pasear. La configuraci�n habitual era:
  • �l, pantalon vaquero, camiseta (por fuera) y calzado deportivo (unas bambas), barba de ayer.
  • ella, blusa o camiseta de vestir, pantalon o falda de tela (como para salir de fiesta) sandalias o zapato de tacon (algo elegante y aconjuntado), bolso a juego, maquillaje y peinado de fiesta.
Me result� curioso el contraste a la hora de vestir, ellos como si fueran a ver el f�tbol a casa de un amigo y ellas como si fueran a salir a una fiesta. Creo que estas son las diferencias culturales que deben eliminarse si pretendemos alcanzar la igualdad. Cuando llegu� a la calle de la florister�a busqu� con la mano la cartera, sabedor de que mi misi�n llegaba a su fin. Mi gozo en un pozo, por alg�n oscuro motivo la florister�a estaba cerrada a las siete de la tarde de un s�bado, d�a de la rosa. Si pretendeis regalar flores el d�a de la madre mejor las comprais el viernes por la ma�ana (que pa�s este...). Hab�a que sacar otro as y yo llevaba una camiseta de manga corta.

Cuando tienes un hobby hay una parte de tu cerebro que se dedica en exclusiva a ella, mi hobby es la inform�tica y mi zona exclusiva tiende a ser cada d�a mas grande. Cuando intent� localizar mentalmente una florister�a, preferiblemente en el camino a casa mi zona hobby me devolvi� un mapa mental de Murcia con:
  • Tiendas de inform�tica, personales y franquicias.
  • Donde comer, restaurantes, tapas, y comida r�pida.
  • Papelerias y librerias.
  • Tiendas de material fotogr�fico y electronico.
  • Sucursales de mi banco y otros cajeros afines para sacar dinero en efectivo.
Pero de florister�as nada de nada. Decid� encaminarme hacia la plaza circular, un centro neuralgico en Murcia que me permitir�a, al menos, elegir el �rea con m�s posibilidades para encontrar una rosa. Justo antes de llegar vi un cartel que conoc�a pero que mi cerebro no me hab�a mostrado (est� enfrente de una de las rese�adas tiendas de material fotogr�fico) y me encamine con la esperanza de encontrar la florister�a abierta y con existencias.

Las florister�as suelen parecer invernaderos caros, repletos de verdes plantas con coloridas flores, el s�tio que mis pasos eligieron parec�a cualquier cosa menos una florister�a, tenia un ficus en la puerta y tres pianos con diversos objetos encima. Una estanter�a de semillas era el �nico indicativo real de que all� se vendi�n flores. El �nico cliente que se encontraba en la tienda cumplia un encargo como el mio, compraba una rosa y se planteaba la utilidad de comprar un peque�o jarron de tres euros para su mujer. "Esto seguro que le gusta pero son tres euros" murmuraba mientras lanzaba miradas nerviosas a su mal aparcado Volvo S60. Ech� una ojeada a la trastienda comprobando que hab�a existencias de rosas y me relaj� mientras el cliente (que de tanta mirada nerviosa al volvo ya parec�a un atracador de bancos) recog�a su rosa y un mini jarr�n de dos euros donde la rosa no iba a caber de ninguna forma. Creo que por ahorrarse un euro hab�a desperdiciado dos.

Una vez alcanzado el mostrador, puerto de mi objetivo principal, solicit� con firme el objeto de mi encargo:


- Buenas tardes, quisiera una rosa
- �De que color?
- Teniendo en cuenta que es para una pareja que lleva cas� treinta a�os junta, deme la m�s roja que tenga.

Recibida la flor y realizado el pago me encamin� a casa.

Estoy seguro de que soy capaz de empu�ar y sostener con cierta soltura una docena de armas blancas, una habilidad fruto de largas horas delante del televisor. Sin embargo no tengo capacidad alguna para transportar en la mano una rosa roja de tallo largo, adem�s, como �ltima broma del destino, comenz� a soplar un viento que me hacia dif�cil llevar la rosa sin que �sta sufriera un grave deterioro. Manejando con cuidado la bolsa con mi libro y la rosa, procurando no ofrecer resistencia al viento llegu� hasta la ultima plaza antes de casa, all� me abord� una joven de rubios cabellos solicitando diez centimos para llamar por tel�fono. Le entregu� la cantidad y la v� encaminarse a la cabina para efectuar la llamada, por un momento cruz� por mi cabeza la idea de ser victima de un enga�o, pero me sent� aliviado al ver que no era as�.

El �ltimo tramo a casa no tuvo mayores incidentes sin embargo por mi cabeza rondaba una idea nada agradable. Si empiezo a llamar "joven" a las mujeres de menos de veinticinco a�os es que me estoy haciendo viejo.


3 comentarios:

Rafael de León dijo...

Toda una aventura, eh! Creo que todo individuo de sexo masculino mayor de veinte a�os ha tenido alguna experiencia parecida. La cara que pone uno cuando camina por una calle transitada con una rosa no tiene precio.

Anónimo dijo...

jajajajaja, creo que alguien deber�a regalaros una rosa ;)

Rafael de León dijo...

No tenemos esa costumbre en Canarias, lo de Sant Jordi nos suena muy lejano. Es m�s t�pico en San Valent�n (a ver si Josu� escribe algo acerca de ese d�a ;D).

De todos modos, creo que no nos vendr�a mal la rosa XDDDD