Como he estado extremadamente pasivo con el blog muchos de vosotros no sabréis que desde el día uno de este mes disfruto de un contrato indefinido con mi empresa. Para acceder a este contrato he tenido que escoger un puesto de trabajo a cuarenta y pocos kilómetros de casa y he tenido que comprarme un coche. El coche es para ir a trabajar y también para trabajar.
Cuando vi esta posibilidad lo primero fue realizar una búsqueda de coche. Hacer los números para saber si me interesaba diésel o gasolina y encontrar una marca de confianza que dispusiese de un modelo que me viniese bien. Las cuentas estaban claras, son ciento cincuenta kilómetros diarios, de lunes a sábado y el diésel se amortiza en un plazo razonable, de dos a cuatro años. Elegir el modelo fue otra cosa. Los que sabemos de informática tenemos claro qué recomendar. Nos pregunta la gente lo que quiere y le damos el modelo/marca exacto que necesita. Esto con los coches no funciona así. Si pides opinión para comprar un coche te pueden responder veinte modelos por persona, y rara vez coincidirán. Poco a poco conseguí eliminar opciones a base de aplicar lo que se de informática. Lo primero es saber para qué es el coche, y para quién.
A mí me gustan los coches grandes, los industriales, el Renault Kangoo, Citroën Berlingo, etc ... Sin embargo en el trabajo no tengo que mover cargas ni espero tener que llevar a la familia en el coche. Por mucho que me gusten esos coches, por sus posibilidades, no lo necesito. Necesitaba un coche más pequeño, de bajo consumo y, sobre todo, que me fuese cómodo. Yo soy grande y en muchos coches me cuesta entrar y salir, o conducir. Ésto último solo lo podía verificar en el concesionario, montándome en el coche.
En Murcia hay muchos concesionarios en una misma calle, en la carretera de Alicante, y allí me fui. Probé muchos coches así que quiero destacar tan solo tres cosas. En Citroën no hubo forma de que me atendiesen, interesado como estaba en ver el C4 y, ya que estaba allí, la Berlingo, a los veinte minutos ningún comercial me atendía y me marché. Probé el Ford Focus, pero es uno de esos coches en los que el volante me enreda para entrar y salir del coche. No era buena idea si vas a estar toda la mañana entrando y saliendo. Y en Mitsubishi me trataron de maravilla. Mi padre tiene un Mitsubishi, su modelo no lo fabrican y ahora mismo no hay uno que lo sustituya, pero tenían un modelo que me gustó y un comercial que se ganó la paga.
El
Mitsubishi Colt que me enseñó era pequeño, de bajo consumo y muy cómodo. Uno de los pocos coches en los que me puedo sentar delante, ajustarme el asiento, y queda espacio detrás para que otro tipo de mi talla vaya cómodo. Lo probé y me gustó. Siendo pequeño va escaso de maletero. Es un coche donde tienes que decidir, puedes llevar cinco personas cómodamente o puedes plegar los asientos traseros y llevar una buena carga con dos personas. En un coche pequeño todo no se puede tener. Como no se puede tener todo tuve un problema de disponibilidad del coche. Lo quería diésel y en la versión Invite con el pack de seguridad. Anonadado se quedó el comercial cuando le dije que me daba igual el color de la carrocería, la tapicería y los altavoces que tuviese el sistema de sonido. Al parecer a la gente le importa más eso que la seguridad. El coche lo buscaron por toda España, tengo que recordar que me corría prisa, lo necesitaba para el uno de Junio, y lo encontraron en Madrid, negro, tapicería roja, sin el pack de seguridad. Era eso o esperar y me decidí. Espero poder sobrevivir sin el control de estabilidad, el de tracción y los frenos de disco traseros. Sí le he podido poner faros antiniebla delanteros.
Me ha costado unos quince mil euros, más mil cuatrocientos de seguro. Noventa euros todos los meses de alquiler y aproximadamente doscientos euros mensuales de combustible. Y aún pretendían algunos que celebrase un
alboroque. Lo que voy a celebrar es una colecta de ajos, tengo la sensación de que me he comprado un vampiro monetario.